Habían
mañanas de enero
que
los claveles eran la fortuna en la casa.
El
rojo caudal de vida,
y
el frío no quebraba la alegría.
Flor
de invierno yo te extraño,
perfume
tibio que anhelo
de
los mercadillos del jueves.
Dónde
están aquellos días…
mamá
nunca pudo convencerme,
a
ella no le gustan las flores:
jamás
ha entendido por qué tienen
que
morir tan pronto.
Inmaculada
Jiménez Gamero
6
de Enero de 2016
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