lunes, 14 de marzo de 2016

EMILIANO VALDEOLIVAS (CANTAUTOR)


El martes día 1 de Marzo pude mezclarme con jóvenes de 1º de bachiller del Instituto Ítaca de Sant Boi de Llobregat. Los alumnos, con esa mirada que asoma a la novedad, recorrieron el camino de la literatura española desde la edad media hasta la generación del 50  gracias a las canciones de Emiliano Valdeolivas. Se nota que Emiliano fue maestro antes que juglar. Se nota, por esa facilidad que aporta la experiencia para saber templar los ánimos adolescentes en el momento justo, con una muy breve seriedad y mirada profunda, y continuar azaroso son su canción y con esas sonrisas cómplices tan particulares.  Posee la comunión perfecta; docente, artística, de actor y cantante, de buen hombre, de buena voz y poeta, que sabe llegar a los jóvenes para que absorban esas sensaciones que él quiere y sabe transmitir.  Intercala anécdotas reales e inventadas entre sus canciones, y dirigiéndose por momentos a todos y cada uno de los asistentes, les hace sentir, me hizo sentir, parte de todo aquello que cuenta y canta, que canta y versa. Por un momento o dos, pensé…qué bonito sería volver a ser aquella joven que una vez estuvo en un instituto parecido, pero claro, todavía mejor si entonces hubiese habido un Cantautor como Emiliano Valdeolivas. Para mí, el broche de oro de un concierto que se hizo corto, fue cuando el artista quiso dedicarme su última canción, y lo hizo como quien regala una flor, como quien da un vaso de agua, como quien se despide dejando huella sin saberlo. En este mundo donde la poesía es la locura de los sabios y la pobre esperanza de unos cuantos, es como regalar un anillo con un precioso diamante, el que me regaló Emiliano, pero sin dinero.
La canción es de un poema de Ángel Gonzélez, y aún la tengo pegada al oído.

SIEMPRE QUE LO QUIERAS
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
-pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.


Inmaculada Jiménez Gamero

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