miércoles, 28 de diciembre de 2016

ACTO EN MEMORIA AL POETA ENRIQUE CLARÓS Y "EL VÉRTICE DE CADA HORA"



Enrique Clarós
El vértice de cada hora
Parnass Ediciones, Barcelona, 2016.

El pasado día 16 de diciembre 2016, a las 18;00 horas, en la Biblioteca Guinardó-Mercè Rodoreda, Carrer de las Camèlias, 76-80 de Barcelona, tuvo lugar un acto en memoria de nuestro amigo y compañero Enrique Clarós (Sabadell, 1959-Barcelona, 2015).

El Laberinto de Ariadna, compañeros de la Ed. Playa de Àkaba y del Colectivo de Escritores Club Marina, así como otros amigos, quisimos dedicar a nuestro compañero de letras la lectura de los poemas inéditos que escribió en su blog, y que tuve el honor de recopilar para editar el libro de la Colección Plaquette de Ed. Parnass El vértice de cada hora.
Organizado por El Laberinto de Ariadna y gracias a su presidente Felipe Sérvulo, quien presentó el acto junto a Anna Rossell, Amalia Sanchís, y a una servidora, Inma J. Gamero.

Pusieron voz a la lectura de sus poemas: David Yeste, María Jesús Vega, Dolors Fernández, Rosmarí Torrens, Jordi Jiménez Gamero, Herminia Meoro, José A. Llamas, Eugenio Asensio, María de Luís, Marta Rodríguez Iborra, y Maribel Montero. 
Percusión y efectos especiales: Mel Meliani Nasri.

El acto acabó con un vídeo montaje de Felipe Sérvulo, que recopilaba fotografías de Enrique de su paso por las tertulias en el Ateneu Barcelonès, organizadas por El Laberinto de Ariadna. 
El broche de la última fotografía nos dejó con el buen sabor de la simpatía que emanaba nuestro compañero y gran poeta.
EN LA PRESENTACIÓN DE SU POEMARIO CREO EN LA NOCHE.
Su esposa, la Dra. Candela Calle, quien agradeció el esfuerzo y cariño por parte de todos los participantes en el acto, con palabras contenidas pero emocionadas. Su hermana, la pintora Valle Clarós, acogedor y cálido corazón de artista, y sus hijos, Enric y Alma Clarós, dignos sucesores de un apellido y de una gran familia, recibieron el calor de las palabras, y por supuesto la compañía, así como todos los asistentes recibimos la calidad personal y estima de parte de ellos.


Enrique Clarós , creaba y creía en la noche. El mismo título de su poemario Creo en la noche ya nos hablaba desde dos presentes indicativos. Era su forma idealista de sostener que la mente crea dos realidades de lo vivido.  

Cuando muere un poeta el aire se convierte en ceniza, se callan las palabras de los versos no natos, pero crece el significado de sus poemas porque hallan la inmortalidad.

Enrique, repetía con frecuencia el verbo habitar, hablaba del no-tiempo, de las ausencias, de la no-existencia. Vivía en la búsqueda de un sentimiento perpetuo, de un instante perfecto en el que se concentrase la magia de la existencia, y ahí sigue.

Su poesía flotaba en el vacío y en lo insondable del pensamiento.
En el poema Caminante salvaje, dice: Si el tiempo es un invento del hombre, acaso también lo sea la muerte.    
Él buscaba el mapa de su destino, y aunque huía de expresiones sentimentales se refugiaba en la infancia y en la esencia del padre, a través de su forma existencialista de mirar el mundo.

Trabajaba en un poemario al que quería titular 
El reverso de la sombra, cuyo nombre ya nos anunció en el último verso de uno de los poemas que componen Creo en la noche (Ed. Playa de Ákaba, 2014). Parece como si hubiese querido dejar una pista, o así lo interpreto.
El vértice de cada hora se estructura en tres partes. La primera del mismo título contiene ocho poemas; la segunda, Naufragio de líneas paralelas, siete, y la última, Cuaderno de Budapest, seis.  Cada parte es encabezada por una “Obsesión” de las quince que había publicado en su blog www.intringulis.com/creoenlanoche

Veintiún poemas suman el poemario. Dicen que veintiún gramos pesa el alma,  científicos investigan en ello, algún motivo debe de haber. 
Puedo asegurar que nos hemos dejado el alma en este libro y en este acto, que se queda muy pequeño comparado con el universo de un poeta llamado, Enrique Clarós.

Y leyendo nuevamente El vértice de cada hora, me detengo en la coincidencia de los últimos versos de cada poema. Como si de un único poema indivisible se tratase, se abrazan para formar un todo. Ojos de astrónomo que desde un cielo nocturno es capaz de combinar numerosas interpretaciones y hacerlas coincidir con los movimientos geocéntricos de la vida en la tierra, y observarse a sí mismo en ella.

Inma J. Gamero

16 de Diciembre de 2016

…Y otra vez caigo atravesado por una escalofriante herida de belleza …ahí donde nace el dolor intolerable, el lugar en el que habitan todos los fantasmas …devienen inaudibles a la abstracción de las nubes …Porque tras la primera muerte, ¿qué nos queda? …susurran la inmortalidad de los perfumes sintéticos …cuando bajo un cielo partido, te despiertas muerto …une la superficie de nuestra piel desfallecida …indefinidamente separados por una extensión desierta. 
…urdidos con líneas desconocidas y memorias ignífugas …porque habitamos, lo sé, inconexas dimensiones …para al menos poder tocarnos.
…y agotar hasta la muerte el estar juntos …esa fatalidad de las líneas paralelas y el drama de intentar entrelazarlas …y esa lágrima suspendida en tu pestaña desmayándose …en la que estamos siempre juntos, como si jamás hubiéramos existido …mis dedos enloquecen porque en ellos cabe el mundo …tan impenetrable como la intimidad de un espejo a oscuras.
…dejándome sin saber si fue tu nombre el que prendió fuego a las estrellas …cuando los motivos de todo se extraviaron entre ruinas …de nubes paralíticas frente a un sol inmóvil como la muerte …donde ya no existe ni memoria ni latido, donde mis labios borrados sonríen.
Enrique Clarós


Enrique Clarós, nació en Sabadell pero vivía en El Masnou, estudió Farmacia en la Universidad de Barcelona, Cosmología en la University of Central Lancashire, Administración de Empresas en la Universidad Politécnica de Madrid y Marketing en la EADA Business School de Barcelona.
Dedicó más de 20 años a la dirección de negocios de distribución y fue empresario, mentor y asesor de proyectos de innovación en comercio. Actividades que compaginó con la de profesor en diversas escuelas de negocios.
De formación científica y empresarial, cultivó a lo largo de los años multitud de facetas e inquietudes, dialogando entre lo científico y lo artístico, una sucesión de intensas pasiones forjadas por un carácter extremadamente inquieto y a veces obsesivo. En los últimos tiempos combinó su actividad empresarial con la escritura de poesía y narrativa.
Clarós fue un escritor tardío, aunque de vocación temprana. A los 14 años dedicó muchos fines de semana a mecanografiar los manuscritos de las obras que su padre iba escribiendo, cientos de páginas de novela y ensayo que le transmitieron lo enigmático y fascinante del acto de escribir. Entonces ya supo que estaba condenado a encontrar el camino del libro y que su vida, movida por su espíritu poliédrico, sería una sucesión interminable de obsesiones y de otras vidas.
Publicó diversos ensayos, artículos académicos y algunas plaquettes online. “Creo en la noche” su primer poemario, publicado en 2014 por la Editorial Playa de Akaba. Estaba trabajando en su segundo poemario, titulada “Reverso de la sombra”.
La poesía de Clarós recoge influencias esencialistas y de la poesía metafísica y meditativa. Valente, Rilke, Cernuda, Eliot, Gamoneda o Borges son algunas de sus referencias de culto. Aunque también admiraba a Berger, Bolaño, Vinyoli, Gil de Biedma y Plath.

https://www.dropbox.com/sh/29b58yszr56ge2z/AADzFD5cNcEy8LP-dLpZzqnVa?dl=0

http://lasnuevemusas.com/not/10068/el-vertice-de-cada-hora




domingo, 4 de diciembre de 2016

SUSPENSO EN HUMANIDADES



Desde mi universo observable
las ventanas apocadas
de ojuelos diminutos
sacuden estrellas que corren.
Quién lleva el timón de la nave
que perdió la popa del mundo.
Escarabajo en la tierra,
plaga de hojas y raíces
a cada sol le sale un mañana.
Déjà vu que se repite
y hace ruina sobre la piedra.
Somos galaxia o nube gas
que no reconoce habitantes,
no busques ni pidas más,
a todos nos espera un vacio
en el hueco de la nada.
Capitalismo, víbora sangrante,
mata, muerte al pensamiento,
suspenso en humanidades.
Número cuarenta y cinco
Donald Trump presidente,
piel de oro cimentada,
hombre y no Dios
tú también morirás
igual que el pobre y el negro.
Materia oscura errante, tú,
tan importante, tú, tan vehemente.
Malditos valores que sustentas,
tú, tan lejos, tú, tan cerca.
Vómito en mi estómago
después del trago de pensarte.

 9 de Noviembre de 2016
SafeCreative
Amanda Gamero


 


miércoles, 16 de noviembre de 2016

NADA ES MÁS NUESTRO QUE LA VIDA

FOTO PROPIA
Soy de ti
como eres de mí.
Cualquier tierra,
cualquier tumba
o ceniza lo sabe.
Nada es más nuestro
que la vida,
y sin embargo
la perdemos
mientras la damos.

Amanda Gamero
15 de Noviembre de 2016

SafeCerative

viernes, 4 de noviembre de 2016

RAMAS QUE TIEMBLAN

FOTO PROPIA
Tus manos,
ramas que tiemblan
                               y extravían su camino.
Tus manos,
vuelven tus manos
                             que viven por vivir.
Hojas caducas,
dedos en fila
                     del puño que aprietas.
Morir en otoño,
volar con el aire,
sin darle permiso
                           a la estación venidera…
                                                               sin darle permiso.
Y no sentir el invierno,
ni la floración de los besos,
o el calor indolente
                               del nido que aprieto.

Amanda Gamero
1 de Noviembre de 2016

SafeCreative

viernes, 30 de septiembre de 2016

INSTANTE VI

FOTO PROPIA

INSTANTE VI

Quién tiembla en este impulso
que se desbarata en la corriente.
Agua desmayada río abajo,
flujo sanguíneo que se tambalea
entre las ramas del cauce.

Amanda Gamero
SafeCreative

30 de Septiembre de 2016.

lunes, 15 de agosto de 2016

LAS PETUNIAS SERÁN ABATIDAS EN OTOÑO

FOTO PROPIA
Se va quedando la piel entre las piedras,
no somos sino una apuesta indivisible
presunta materia de universo.
Lamemos cientos de veces la herida
y de la misma cuchara comemos
lo que tantas bocas tragaron en su viaje.
Ser nada y seguir siendo
entre la sangre batida de la tierra.
Gastar los dientes a mordidas
bajo el mismo sol que nos escuece.
Las petunias serán abatidas en otoño
y tus labios bailando en mi sonrisa
llenan la eternidad esta mañana que nace.

Amanda Gamero
15 de Agosto de 2016
SafeCreative



lunes, 1 de agosto de 2016

PIEL Y ADOBE

FOTO PROPIA DESIERTO DEL SÁHARA
Mi casa es un cofre de segundos que muere,
en ella vive un alma viajera
que sale en busca de espejismos.
Y vuelve con una aviación de huesos,
y en las pupilas, gris estela de humo,
a tientas voy, a tientas vengo.
Estoy hecha de piel y adobe,
y puedo ser acariciada por dentro.
Sé que soy un cadáver calcinado
en busca de silvestres lejanías;
y me encuentro con el trigo
que palpita en los azules de las tardes,
y con en el viento del sur tengo alas,
y soy arena,
y soy dama tuareg regresando a su hospedaje.
Desde la lluvia de cenizas de mis vuelos
flotan latidos que aún arden,
y un corazón de papel que tiembla
buscando el mar desde el desierto. 

Amanda Gamero
SafeCreative
29 de julio de 2016




viernes, 22 de julio de 2016

Acabo de leer La sentencia de Ismael, de Amanda Gamero, publicado en la Editorial Stonberg de Barcelona.



Acabo de leer La sentencia de Ismael, de Amanda Gamero, publicado en la Editorial Stonberg de Barcelona. Se trata de una narración breve que forma parte de un recopilatorio de cuentos titulado Los días lábiles. Me admira la vocación y la amistad  que se profesan los nueve autores y autoras del autodenominado Club Marina. Me parece extraordinario que en estos tiempos tan audiovisuales las personas se unan para compartir obras escritas. Y, además, poderlas publicar. El contexto es sorprendente. Veamos el texto. 

La autora muestra un gran detallismo narrativo de lo cotidiano que me recuerda a esas poesías que mi amigo Luis García Montero dedica a los temas rutinarios. A veces el detalle se convierte en escabroso, pero siempre desde una exquisita forma de expresión. El estilo cuidado, aparentemente sencillo, provoca en el lector el ansia por seguir leyendo. Y esa avidez no solo es causa de su prosa hábil, sino también del tema que aborda. Nos planteamos en la lectura si el suicidio es una debilidad, si el suicida no piensa en los demás, si olvida a los que le quieren y les priva de su compañía para siempre. Un argumento que nos lleva a pensar en aquel famoso refrán (la avaricia rompe el saco) y también que la justicia también la puede ejecutar el mismo delincuente. Temas nada anodinos, una especie de anzuelo que lanza la autora en nuestra memoria para pescar recuerdos de suicidios y de personas que han sido víctimas mortales de sus errores. ¿Quién no conoce algunos casos? Los que llevamos años circulando por la vida hemos sufrido de cerca o de lejos estas tragedias. En un mundo en el que la drogadicción es la causa de un incalculable cifra de muertes, revivimos en el relato de Amanda, la historia del camino fácil, la senda siempre frágil del tráfico de drogas y observamos que el más ligero soplo hace caer todo un entramado criminal, con los compinches incluidos.

Buenos detalles descriptivos envuelven una intención aguda de mostrar unas circunstancias vitales provocadas por ese azote llamado droga que destruye a consumidores y adláteres. ¿Era Ismael un patán, un débil? ¿El suicidio es solo un acto de cobardes? La autora nos lleva por un callejón sin salida en el que el protagonista es víctima y verdugo; al tiempo que su pareja arrastra con incredulidad y dolor la pérdida del ser amado entre canciones de Ornella Vanoni  -cantante italiana conocida por quienes ya peinamos canas, si bien, las últimas noticias indican que la octogenaria artista italiana aún participa en algún recital-.

El relato breve que nos ofrece la autora posee una estructura clara y un ritmo narrativo hábil que fluye, a la vez que atrapa, en una introspección sobre el significado de la vida y de la muerte. Ambos conceptos antitéticos tienen en común ese delicioso cultismo del título del libro: son lábiles, es decir, resbalan o se deslizan sin avisar, sin más lógica que el sentido de la condición humana.

José Luis Vilaplana
Filólogo. Profesor de Lengua castellana y literatura.
(Autor de 77 libros de texto).

jueves, 30 de junio de 2016

CRÍTICA FINGIDA DE LOS DÍAS LÁBILES


Aquí me tienen, comprometido con la lectura de un libro de hermandad y compañerismo. Como crítico literario debería orientar al lector de un modo eficaz y con mirada clara sobre el libro de relatos enunciado.  En este caso no va a resultar posible porque dos de los autores son mis hermanos, y tener la misma sangre no ayuda en la tarea para que ustedes puedan situarse frente a una posible afinidad o gusto literario. Jorge Gamero dice que antes fue poeta y que ahora es un simple cuentista, también dice que nació dos veces, eso sí, antes que yo.  Amanda Gamero, nuestra hermana mayor, como suele ocurrir con los poetas acepta que hasta pasado mucho tiempo nadie la reconocerá por lo que lo es, pero no le preocupa demasiado: sabe que nadie saldrá vivo de esta.
Somos tres mosqueteros que viven bajo un mismo lema “uno para todos, todos para uno”, aunque yo me quedé con la versión infantil de los mosqueperros y ellos tiraron para la de Alejandro Dumas.  La literatura, consigna o arte de la palabra, se opone a mi particular lenguaje (particular como aquel patio de no sé qué casa, la tuya o la mía). Jorge y Amanda siempre tienen que recordarme cuántos años tengo, pero yo les recuerdo a ellos que estoy aquí, y que los genios olvidamos infinidad de cosas. Como ven, he intentado convertirme en un mediador equilibrado para acercarme a la obra de un modo atento, pero no es posible que sea imparcial en el caso de dos de sus nueve cuentos. Por lo tanto mi intermediación será tan breve como transmitir; que todos los relatos ofrecen intenciones literarias magníficas y muy recomendables,  y que cada uno de ellos alberga un mensaje bien distinto y al mismo tiempo complementario. Cada cuento es como sacar un billete que permite raptar el tiempo, nueve viajes que servirán para entender el alma de las palabras y el lábil gemido de la vida.
—Es que yo también iba para trovador o juglar, aunque me quedé en el limbo manso de la felicidad, con una guitarra imaginaria entre mis brazos —.
Todo esto no sé si disuade o persuade al posible lector de Los días lábiles de Club Marina, pero me sirve para admitirles que todos los cuentistas somos iguales, unos fingidores de la realidad: ninguno tenemos remedio.

Alfonso Gamero
Cuentista y simulador de Crítico Literario.



sábado, 18 de junio de 2016

DECIR TE QUIERO

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Decir te quiero
es como oler un sueño
por eso intimo mis labios
y siento tu nombre.
Decir te quiero
es como decir
arándanos o crisantemos
tan vida y muerte
tan tierra mojada
o cielo lloviendo.
Decir te quiero
es quedarse en la región del silencio
en la rendición del alma
en callar y seguir viviendo.
Es poblarse de preguntas
es preñarse de azúcar
es amanecer sin agua
morir un poco
y seguir muriendo.

Amanda Gamero
13 de Junio de 2016

SafeCreative

viernes, 17 de junio de 2016

LA LUZ DEL FIN DE LA TIERRA DE CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN

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De manos de un amable cartero llegó a mi casa La luz del fin de la tierra de Editorial Nazarí, el poemario de Carmen Hernández Montalbán.  
Como siempre suelo hacer con los libros de poesía, leo por primera vez para descubrir los primeros ecos de la voz del escritor, y semanas más tarde vuelvo a releer,  tal vez intentando hallar los mensajes que quiera dar el autor, autora en este caso.
Carmen y yo mantenemos una amistad virtual sin demasiadas incursiones pero cargada de cariño y respeto, que intuyo mutuo, y que en alguna ocasión se ha manifestado en el deseo de podernos conocer algún día.  Ella es de aquellas personas que traspasan poco o mucho, según se mire, por su discreción.
La luz del fin de la tierra, con prólogo del poeta malagueño Juvenal Soto y epílogo de Dori Hernández Montalbán, es un poemario de exquisita sensibilidad.
Consta de tres partes bien diferenciadas: Oscuridad, Penumbra, y Luz.

En «Oscuridad» hallamos el barro primigenio; la figura del desconsuelo que inevitablemente recuerda la estatua modernista de mármol de la mujer rendida,  la soledad tangible a nuestro tiempo, el insomnio y la pesadilla de la mano, la codicia de la humanidad y el exilio como patria.  

En «Penumbra»; el origen, los gritos ancestrales de las mujeres que no quieren ni deben sentir miedo, la espera, el atardecer, las palabras ardientes, el tiempo y el viajero que lo desafía.

En «Luz», por último y en retazos de versos de la escritora; lo imaginable, el lienzo y la música, el amanecer, el eco del universo, los sueños, los aromas que lleva la tarde con su perfume a tomillo y manzanilla, el valor de las palabras pronunciadas, que al hacerlo crean ecos desgranándose en papel.  

Por capricho, a veces suelo recurrir a la numerología y me ha llamado la atención, que las tres partes suman 37 poemas que entran en sintonía con el número 10. Este número está relacionado  con los cuerpos radiantes, capaces de crear campos de luz resplandecientes y neutralizar todo tipo de negatividad. También señala la conjunción del ser humano con el cosmos, luz y oscuridad que Carmen ensambla con la penumbra.  Pero ahondando un poco más en la casualidad oculta de los números, el 10 nos lleva al 1 que paradójicamente es el número que suscita ideas y acciones.  Creo que Carmen es una mujer en constante ir y venir de inquietudes. Y como última curiosidad diré que «El Mago» es el primer arcano que inicia el viaje evolutivo,  curiosamente el poema llamado «El Ilusionista»,  cierra el poemario y lo menciona. Estos son algunos sus versos: El mago/ escruta cálculos y probabilidades/ acaricia un álgebra exigente/…Mi misión no es apagar estrellas/responde/ mi trabajo consiste en encenderlas.
Puede que las cifras sean simples elucubraciones mentales de esta lectora, compañera de letras, que a veces juega a reseñar, pero Carmen Hernández Montalbán ha conseguido que vea la luz después de la oscuridad.  

Amanda Gamero
9 de Junio de 2016


viernes, 10 de junio de 2016

BREVEDAD POÉTICA

FOTO PROPIA

No fue difícil hallar la forma de vomitar dolor entre cadáveres reclinados, la línea del horizonte acabó desapareciendo y la curva del agua, sin embargo, cada vez fue más cercana. Las palabras, moribundas de tanto vacío, se lanzaron al mar muerto que aún escondía vida sin ellas saberlo.  
Pronto, los versos acabaron encontrándose en el fondo del océano. Muchos fueron devorados por tiburones, otros, por sus propios espíritus suicidas. Algunos, escucharon cantos de sirenas y salieron a flote atrapados por la boca de la locura. 
¿Cuál es el sentido de la vida y de la muerte? —Dijo uno. 
¿Por qué flota el hielo? —Dijo otro.
Hallada la forma de emerger, los mejores navegantes se lanzaron a la conquista del ave fénix en la tierra, desde allí lograron impulsarse hacia un lugar que llamaron espacio exterior. Cuando lo atravesaron, se confundían entre millones de estrellas, y fueron vistos desde la tierra y desde la profundidad del océano.
¿Quién explica el universo? —Dijo uno.
¿Cómo se convierte una lágrima en piedra? —Dijo otro.
No hubo voces de respuesta, sino preguntas y más preguntas; los versos admitieron que eran inaccesibles a quienes no entendieran un “todo” indivisible, la humildad, los sueños comunes. Los poetas se unieron en un alma colectiva y con las gotas de sus llantos crearon un nuevo planeta despierto a la realidad. Allí encontraron la verdadera luz, oyeron el auténtico silencio, la raíz de la sensibilidad y del pensamiento: comprendieron que a pesar del esfuerzo, estaban todos muertos.

Amanda Gamero
7 de Junio de 2016.
SafeCreative




lunes, 6 de junio de 2016

Y PENSAR QUE PODRÍAMOS SER FELICES

FOTO PROPIA
….Y pensar que podríamos ser felices
como lo es un beso
simplemente felices
sin que dependiese de afuera
sin propósito ni significado
felices.
Como morder una ciruela recién cogida
como sorber un vaso de vida
como se respira el sueño
como perderse a propósito
sabiendo que no llegaremos a cambiar
el camino que nos acecha
felices.
Sin límite que atrape el alma
sin chantajes ni alambradas
felices
como oler una flor y quedarse a vivir en ella.  

Amanda Gamero
5 de Junio de 2016
SafeCreative©



jueves, 26 de mayo de 2016

NO LO LEAS AHORA

FOTO PROPIA
No lo leas ahora,
no canses tus ojos,
no pierdas ni un minuto.

                                  (Para qué sirve la poesía, preguntas).

No quemes este envase hasta que hayan pasado tres días,
es el tiempo que necesitará mi alma para despedirse.

Elegiré otra casa,
                          otras hojas,
                          otra vida,
                                         otro campo de amapolas tenues.
Sin ceniza que vuele,
                                 sin piel que se queme.

Naceré de nuevo,
                            lloraré solo un poco.

                               (Para qué sirve una rosa, te contesto).


Amanda Gamero
26 de Mayo de 2016
SafeCreative©




lunes, 23 de mayo de 2016

LÍNEA DE AGUA

FOTO PROPIA
Te sientas a esperar en un pequeño estanque
entre la línea de agua de mis ojos.  
Miras fríamente los deshielos.
La presa se abre y el agua solo tiene que caer,
arrasar el musgo de la piel y sorber el río.
Sabes que el mar no tiene fin,
hurtas la reserva de paz de este invierno
para soplar el temblor de la carne
que reúne las hojas de todo el otoño.
La primavera a espaldas de la montaña
deja la fragilidad silvestre del trigo y la ginesta.
Mi alma no llegará viva a este verano 
que se entromete.
 
Amanda Gamero
23 de Mayo de 2016
SafeCreative


miércoles, 18 de mayo de 2016

TRAMPAS DE RATÓN

FOTO PROPIA
Pusieron trampas de ratón
en las esquinitas del suelo por donde anduve,
mis dedos tienen pequeñas lesiones
y sigo por caminos que son esponja y piedra.
Ignoro la endeble herida
aunque escuecen por momentos
las diminutas marcas espirales.
Contemplo y acaricio mis pies olvidados,
los que me llevan volando o me traen a remolque...
satisfechos del camino o tiritando de lluvia,
siempre a la intemperie del pensamiento.
Andan las huellas que matan y reviven,
viajeros transeúntes cargados de huesos  
ajenos al destino o al reto que oxida,
llegarán extenuados hasta la isla lejana y dormida.

Amanda Gamero
18 de Mayo de 2016
SafeCreative ©


SOLO DE CLARINETE


Conocí a Maite León en el Ateneo Barcelonés, algún viernes de Laberinto que no puedo precisar en el tiempo o intervalo que nos separa de las vivencias.  
Al fin y al cabo cada uno interpreta el minutero de modo bien distinto. Mientras para unos se gana, para otros se pierde o se atesora, cada cual lo descifra de un modo, aunque sea de inexorable curso para todos.   Las fechas no consiguen por sí mismas causar esencia de lo vivido, pero sí las miradas, la presencia, el sentido de las palabras y el tono en el que se digan.  Me pareció una mujer dulce y nostálgica, con mucho peso de tristeza y al mismo tiempo con una cercanía fácil de asociar a la familia, al hogar y a la vida. Sus ojos, como aguas de mares tropicales, tenían la sabiduría de haber vivido a fondo, de quien ahonda en las secuencias que la vida ofrece.  Por momentos creía haber coincidido antes con ella, en otros años, en otros lugares quizás, quién sabe, somos universos, almas que se mudan de casa y que viajan desde nuestros ancestros.
Unos meses después,  Antonio García Llorente organizó un encuentro en la Biblioteca de Vallirana, y allí nos volvimos  a ver. Recitó un poema profundo, que desprendía soledad y emanaba un dolor intenso por la ausencia del ser amado. Sus palabras vibraban al ser pronunciadas,  y el sonido de su propia voz parecía causarle un efecto de liberación, acaso sin que ella misma fuera consciente, o así pude percibirlo yo.  Me emocionó la trasparencia de sus palabras, su mensaje no emitía interferencias y sus versos caminaban en busca de la paz, intentando comunicar de alguna forma con el ser que ya no se encontraba en el plano terrenal. De este modo llegó Maite hasta mi corazón. Después, cada vez que nos encontrábamos era una bonita coincidencia que deseábamos volver a repetir.   

El día 29 de Abril, Maite León presentaba Solo de clarinete de Parnass Ediciones en el aula de escritores del Ateneu Barcelonès. La sala estaba llena de amigos y familiares. Tuve suerte de tomar asiento al fondo, en una de las sillas que habían añadido en el pasillo ascendente. Amalia Sanchís, tan profesional y cercana al mismo tiempo,  presentó a la anfitriona y poeta y dio paso al encargado de presentar el poemario.
Alfonso Levy, con su estilo tan personal  leyó algunos de los versos que componen el libro y consiguió transmitirnos el grado de calidez suficiente para rozarnos la epidermis. —No hay nada más bello que vivir en el pronombre –dijo, comparando a la autora con Pedro Salinas, el poeta del amor, quien escribió estos versos que dan sentido a la cita: “Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres!
Pero la emoción aumentó cuando Maite abrió paso y, después de agradecer la asistencia de los allí presentes, leyó  la dedicatoria/poema que daba autentico valor al libro.

PARA EUGENIO
Porque aprendimos juntos lo que nos gustaba, lo que dolía.
Por las discusiones que nos llevaban a la reconciliación.
Por ellas, tan deseadas.
Por la música que nos elevaba, por los bailes, por las partidas de ajedrez hasta la madrugada.
Por los viajes, los que hicimos y los que se quedaron en proyectos.
Por los cafés en la plaza de San Marcos o los tés de Marruecos.
Por tantos cigarrillos abandonados en el cenicero, eran otras las urgencias.
Por el último París, el Sena, cena romántica en el Bateau Mouche.
Por tantas habitaciones que aprendieron nuestro lenguaje,
tantas sábanas que recogieron nuestras huellas.
Por cómo se nos aceleraba el corazón camino al hospital.
Por la esperanza y los miedos que nos atenazaban.
Por el solo de clarinete que abrió tantas noches.
Por la vida.
Por todo.     

Pocos pudimos evadirnos de la fuerza y la dulzura de aquellas palabras de amor y de la emoción que la anfitriona nos transmitió, de modo que las secreciones difícilmente pudieron disimularse ante la presencia de desconocidos que pudiesen ver la transformación de tantos rostros descompuestos.
Intenté no arrugar demasiado la cara y secarla con disimulo para no tener que hacer uso de los kleenex que suelo llevar en el bolso. Giré la cabeza varias veces hacía las cortinas para enjugar las lágrimas con disimulo, pero escuchar a las nietas de Maite que estaban sentadas detrás, impedían mi contención, y los kleenex fueron imprescindibles por más que quisiera evitarlo.
Después hubo abrazos, fotos, unas copas de cava, y un ágape muy apetecible que en tan buena compañía resultó ser una delicia. Hasta que llegó la hora de la despedida.
Al salir me senté en un banco para hacer unas llamadas. Mientras hablaba por teléfono y concentrada en el dialogo, un mendigo se situó frente a mí con la mano extendida. Aunque no fui consciente del tiempo transcurrido, se mantuvo en la misma posición durante todo el tiempo que duró mi conversación   El llanto debió de quedarse agazapado en mi pecho y lo siguiente fue seguir llorando sin remedio como causa efecto. Mientras me despedía de mi interlocutor con un te quiero, el mendigo seguía allí, escrutando mi ojos.
El hombre, mal peinado y sucio, mirándome con cierta tristeza, dijo —no llore señora, yo duermo en la calle y no lloro.  Aquella frase desencadenó que me convirtiese en un río que finalmente desembocaría en los subterráneos del metro. Ya en el tren, por suerte bastante solitario en su primer vagón, pude desahogarme sin ser vista. ¡Hay tantas lágrimas y tantas cosas por las que llorar! Por el amor verdadero; por la música que nos acompaña el alma, por la soledad que hay en el ser humano, por las desigualdades en el mundo, por los sin techo, por los vacíos, por los poemas rotos, por no saber vivir. Lloremos de vez en cuando, demostremos que somos  seres sensibles. Eliminemos del cuerpo sustancias químicas estresantes de vez en cuando. Parece que la agresividad también desaparece cuando se empañan los ojos, ¿os habéis dado cuenta? Era mi día, me deshice de tensiones y de presiones imperiosas. Era el día perfecto  para todo, también para el llanto.    


Solo de clarinete de Parnass Ediciones es un poemario delicioso. Examina el amor en cinco partes, en busca de significados espirituales y terrenales: el sentimiento amoroso, la pasión a través de los recuerdos,  el dolor de la separación, el amor que hace amar la vida, y la despedida (dejar ir a quien se ama y ya no está).  Como fondo, en las cinco partes, la música gozada, sentida e interpretada por dos enamorados cuya historia está escrita entre versos y notas musicales.
Y aquí quiero dejar el último poema de un libro de amor y vida.


Ahora que miro a la nostalgia cara a cara,
ahora sin barreras puedo oírte.
En este crudo invierno que estruja mi cuerpo,
y la soledad arranca los poemas,
en este pasa la vida, como pasa la tarde.
Ahora que mucho de lo que amaba
se ha perdido, y poseo el tiempo.
Ahora que mis manos recorren espacio vacío,
ahora, a solas con mis versos, te digo adiós.

Maite, enhorabuena por tu libro. El dolor provoca belleza y en tu libro Solo de clarinete la hallé y la hallarán todos aquellos que lo lean.