domingo, 4 de septiembre de 2011

LAS MANOS DE MI PADRE


Las manos de mi padre rozan el aire cada mañana,
provocando aquel pasado donde la vida crecía,
guiando la pátina añil que marca el horizonte,
haciéndome guiños desde ese cielo celeste en donde vive.

Las manos de mi padre traen olor a madera exótica,
a nogales de primavera servidos de verde yerba,
a robles viejos de sol y jóvenes de luna nueva
Y al fruto del limonero mientras lijaba su suerte.

Las manos de mi padre tallan la paz que encuentro,
exculpen molduras de mi niñez de estilo isabelino,
barnizándolas de sudor para nutrir todo el hambre,
para crear compases de fina marquetería mudéjar.

Para velar por los suyos como si aún vida tuviera,
para guiar mí camino con la luz limpia del alba,
para fortalecer de caoba mis frágiles sentimientos
y bañar de paz mi corazón cuando tan dentro lo siento.  

Las manos de mi padre pequeñas y confortables,
pasean por mi camino como fantasmas,
recogen señales que aparecen en mi canasta
y yo se que son suyas porque son fuertes y nobles.

Me traen piñas de recuerdos con los que decoro mi casa,
me traen vida y serenan mi muerte,
me traen besos que repican sobre mis sienes,
las manos de mi padre, las manos de un artista.


Inmacula Jiménez Gamero

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